Wednesday, December 9, 2009

EL PEOR NEGOCIO DEL MUNDO Y EL MEJOR PENSAMIENTO DE TODOS

Esta es una época del año en que predominan los buenos sentimientos. La gente está más alegre, más comunicativa, cariñosa. Volvemos a nuestro ser original, a lo que el ser humano nunca debería dejar ir: el estado de felicidad.
Observemos a nuestro alrededor, no muy lejos, tal vez tan solo a lo que reposa sobre nuestro escritorio o al "inbox" de nuestros correos electrónicos: mensajes de alegría y buenos augurios para el nuevo año que ya se acerca. Invitaciones a almuerzos, tés, chocolates, cenas o fiestas de todo tipo: que si los amigos de la escuela, del colegio, de la universidad, del trabajo, la familia, los amigos de barrio... este momento de compartir, de alegría, de buenos sentimientos que se respira casi en todos lados es una muestra de lo que es la conciencia colectiva. El hecho de mirar las cosas desde un ángulo más alegre y positivo convierte a los eventos diarios en situaciones mucho más soportables y nos ayuda a encontrar, en un minuto, soluciones que a veces pasamos meses buscando.
Es el "Efecto Navidad". Muy positivo, por cierto, cuando escogemos vivirlo a plenitud.
Sin embargo, está la otra cara de la moneda.
Por un lado, las festividades del fin de año traen hermosas sorpresas y nos llenan de alegría. Por otro lado, para muchas personas, esta época del año es insufrible.
Es porque han quedado atrapados en la espiral viciosa del estrés y la amargura. Es verdad que vivimos en todo el mundo un momento de crisis económica tremendo y que tal vez en millones de hogares de la Tierra, la Navidad, como la conciben algunos, no llegará. Solo habrá disgustos, angustia, necesidad. En otros, por una existencia entera de ira y rencor, de amargura y tristeza, solo habrá soledad.
Muchos de estos sentimientos anidarán en las personas gracias a la influencia del medio, que ha acuñado en las personas que el afecto o los buenos sentimientos que se tienen por otros son directamente proporcionales al tamaño de cualquier objeto material entregado. Los esquemas sociales nos llenan de necesidades creadas, porque mide nuestro prestigio y calidad humana por este estándar de objetos.
Como resultado, la alegría se mezcla con el amargo sabor de la frustración, y posteriormente, damos paso al estrés del inicio del año, en que debemos dar mil vueltas a nuestros números, preocupados por compromisos adquiridos.
No debemos dejarnos atrapar por el estrés. Es el peor negocio del mundo. Nos trae enfermedad física, sufrimiento espiritual, descontento intelectual. Bloquea nuestra creatividad, aleja las oportunidades de mejorar y nos pone en conflicto con la gente a nuestro alrededor y con el universo entero.
En estos momentos agitados, en que nos puede afectar el estrés, hagamos un alto. AUTOOBSERVEMONOS. Ya sabemos, es el primer paso de nuestra técnica preferida. Mirémonos, observemos nuestras actividades y actitudes. Respiremos profundo, busquemos un momento para abandonar el ruido exterior y entregémonos a un pensamiento positivo dominante, verdadero y profundo motivo que debe ser objetivo de estas festividades y de toda nuestra vida: AMOR ES ALEGRÍA.
SINTAMOS la alegría del amor. Dejémonos poseer por la maravillosa sensación de amar y de ser amado. Sintamos un profundo agradecimiento por vivir y tener la capacidad de amar. Llevemos el amor en cada minuto de nuestra vida y cada una de nuestras acciones. Si podemos entregar regalos materiales sin causarnos posterior angustia, hagámoslo, pero siempre despreciemos una manifestación material y escojamos la verdadera, la espiritual: demostremos amor, demos amor.

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